+56 9 9349 0652 /+56 9 9999 1702

Una de las principales preocupaciones que tenemos como seres humanos en diferentes etapas y edades de nuestra vida, es el tener y conservar relaciones saludables con nuestro entorno, ya sea familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo, jefatura, etc.  Y no es para menos, el mundo afectivo, escolar, laboral y familiar de un ser humano, está constituido en la relación con los otros. No obstante, hay un punto importante que habitualmente olvidamos cuando pensamos en mejorar la relación con un otro y esa es la relación más importante de todas a cultivar y trabajar… La relación con nosotros mismos

Es aquí cuando el concepto de autoestima cobra un importante valor, entendiendo que ésta se define como el resultado emocional que se genera de la aceptación o no, de nuestro autoconcepto, en palabras sencillas, si estamos conformes con quienes creemos que somos.

Contrariamente al pensamiento popular, la autoestima no surge de evaluarnos positivamente en cada situación, sino de observarnos con objetividad y sobre todo de aceptar lo que somos, asumiendo nuestros defectos y virtudes, entendiendo que el ser humano perfecto no existe y que nosotros y quienes nos rodean tampoco lo son. Por ende, tratar de fortalecer nuestra autoestima solo en base a nuestras experiencias de “éxito” o cuando las cosas resultan como esperamos, sería un error. En este sentido, tenemos que plantearnos como personas que estamos en constante aprendizaje y crecimiento personal, comprendiendo que en la medida que logremos recoger e internalizar esos aprendizajes, para no repetir los errores del pasado, es que nuestra autoestima se irá fortaleciendo.

La autoestima, además, no es un concepto fijo y estable a lo largo de nuestra vida, este puede cambiar y modificarse, en función de nuestra situación vital, etapa del desarrollo, aprendizajes y crecimiento personal. Si hacemos el ejercicio de pensar en cuál era la imagen que teníamos de nosotros en nuestra adolescencia, les aseguro que hoy en la vida adulta, difiere mucho de la que teníamos en esa etapa de nuestra juventud.

Entonces, si la autoestima es la radiografía más exacta de la relación que tenemos con nosotros mismos, ¿cómo esta dimensión se relaciona en el establecimiento de la interacción con otros?  Y la respuesta es bastante más simple de lo que pensamos, no podemos entregar algo que no sabemos realizar con nosotros mismos, dicho en palabras simples, no puedo “llevarme bien con otros” si no soy capaz de amarme y aceptarme tal cual soy. Por lo tanto, si estoy teniendo regularmente roces y dificultades en la relación con un otro, una buena pregunta para realizarnos sería, ¿qué me refleja ese otro de mí mismo, que no logro aceptar en mí?  Hacer este análisis, no solo nos llevará a mejorar la relación con el otro sabiendo qué es lo que sería bueno de cambiar en nuestra dinámica, sino que también, será un excelente mapeo de nuestro propio conocimiento.

Rebeca Wolff P.

Psicóloga

Comments

comments