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“Mi hijo/a me pide salir a carretear todos los fines de semana… por qué no tiene interés en estudiar?”, “Si le digo que ordene la pieza no me hace caso”, “Si fuera por mi hija estaría todo el día pegada al teléfono”, “¿Por qué no se viste como la gente normal?”, “¿Por qué no madura?”.

Todas estas afirmaciones, a veces pensamientos de algunos de los padres de hoy, son frecuentes en la consulta del psicólogo. El complejo proceso que vive el adolescente es una metamorfisis de su identidad, donde la familia, los padres comienzan a percibirse de manera diferente, junto con el grupo de pares la relación con la escuela y los espacios de reunión. Todos estos cambios, les generan miedos e inseguridades sin embargo no constituyen una enfermedad o psicopatología sino que son ingredientes fundamentales para el crecimiento.

“Los adultos maduros deben estar informados sobre la inmadurez de la adolescencia y confiar en su propia madurez como nunca lo hicieron antes ni tendrán que hacerlo en el futuro. La inmadurez es un elemento esencial de la salud en la adolescencia.” Winnicott 1968.

Estos padres, todavía a cargo de sus hijos tienen la función de hacer cumplir la norma ahora consensuada y no tan rígida como en la infancia, para contener este cambio y ayudarlos a controlar sus impulsos. Es esperable que en esta etapa busquen separarse de sus padres con sus ideas, sus grupos de amistades y gustos. No se esperará excesiva dependencia en sus acciones y decisiones.

Es el inicio de la separación con la familia de origen, que luego llevara a crear la propia. “En el proceso de crecimiento del ser humano; se encuentra la idea de la dependencia individual que al principio es casi absoluta y que gradualmente y de un modo ordenado, se va transformando en relativa y se orienta hacia la independencia”.  Winnicott 1968

La responsabilidad debe ser asumida por figuras paternas. Si éstas abdican, los adolescentes tienen que revestirse de una falsa madurez y pierden su principal ventaja: la liberad de concebir ideas y actuar siguiendo impulsos.

Considerar las cosas a largo plazo no es propio de los adolescentes, es más natural que lo hagan las personas que han vivido muchas décadas y han comenzado a envejecer.

 

Florencia Silva Walbaum
Psicóloga Infanto Juvenil
ICNC Sede Bosques de Montemar

 

 

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